En una sociedad de excesos, donde impera el querer más, el tener más y mejor y el tenerlo ahora. En una sociedad donde la felicidad es una imposición, más que un estado deseable y donde nos hacen creer que la ansiada felicidad se consigue a través de tener más, y en ser más y mejor. En una sociedad por y para el exceso, donde la felicidad se impone, y es reflejo del valor social de la persona. En una sociedad donde dicho valor está estrechamente relacionado con tener más y ser mejor, es de esperar que la educación y crianza de los niños y niñas este unida a los excesos. Actualmente estamos viviendo una educación de los excesos que tendrá sus consecuencias en el futuro de los niños y niñas.
La imposición de la felicidad y los excesos
Queremos que nuestros niños y niñas sean felices, ya que la sociedad del siglo XXI nos impone ser felices, lejos de ser un estado deseable, la felicidad se convierte en una obligación. “Tienes que ser feliz para encajar en la sociedad”.
Y ¿cómo hacemos felices a los niños y niñas? ¿Cómo conseguimos la ansiada felicidad nosotros mismos? La manera de conseguir la felicidad, se aleja del verdadero estado deseable de bienestar. Al convertir la felicidad en una obligado, nos sentimos obligados a tenerla y para ello consumimos. La imposición de la felicidad nos exige consumir.
Tratamos de conseguir nuestra felicidad de un modo superficial y materialista, a través de tener más y mejores cosas, a través de consumir bienes y servicios que nos hagan mejores.
El mundo de los niños y niñas no es ajeno a esta imposición. Creemos que cuanto más tengan más felices serán. La educación se desvirtúa y nos preocupamos, ya no porque aprendan sino porque saquen las mejores notas, ya no porque disfruten, sino porque tengan la mejor fiesta de cumpleaños, ya no porque aprendan a montar en bici, sino porque tengan la mejor bici, y así con un sinfín de cosas, que van desde ropa, a zapatillas, juguetes y juegos, amigos, vacaciones, etc. Y con ellos estamos llevando a cabo una educación de los excesos.
La educación de los excesos
La sociedad del exceso da lugar a una educación de los excesos. La educación y la crianza tiene una imposición que es la de hacer felices a los niños y niñas. En lugar de pretenderlo se convierte de nuevo en una obligación que se cumple a través del exceso. Son muchos los regalos, las mejores ropas, los mejores juguetes videojuegos, etc.
Los niños y niñas, solo tienen que pedir por la boca, a veces ni siquiera tienen que pedir. Los niños y niñas de hoy en día no heredan apenas ropa o juguetes de otros niños o niñas, sus fiestas de cumpleaños cuestan grandes cantidades de dinero, no falta de nada en ellas, incluso el material escolar.
Las carencias de la educación de los excesos
La educación de los excesos, debiera cubrir todas sus necesidades, sin embargo implica muchas e importantes carencias. El exceso es exceso de cosas, y para pagar todas esas cosas los padres y madres tienen que trabajar jornadas interminables. Los adultos también viven en la sociedad del exceso y el tiempo que tienen lo dedican a tener para ser felices. Aparecen carencias:
- Poco tiempo de calidad en familia.
- Poco dialogo y comunicación.
- Los juegos se reducen.
- Se pierde la ilusión por las cosas.
- El valor del esfuerzo.
- Las cosas pierden su valor.
- Deterioro en la educación en valores.
- No se educa para ser, se educa para tener. Y aunque nos impongan la felicidad, la misma imposición del tener nos condena a no alcanzar nunca el estado pleno de felicidad.
Las consecuencias de la educación de los excesos
La educación de los excesos tendrá terribles consecuencias para los niños y niñas de hoy, adultos del mañana.
- Serán adultos condenados a buscar la felicidad material y nunca podrán alcanzarla, siempre habrá cosas nuevas que no tengan o no puedan tener.
- No valoraran las cosas y se cansarán de todo lo que tienen.
- Serán adultos sin capacidad de esfuerzo, ya que nunca han tenido que esforzarse.
- Tampoco toleraran la frustración, y tendrán serias dificultades para enfrenarse a la adversidad.
- Serán personas con un pobre autoconocimiento y una baja autoestima. Ya que su autoconcepto y su autoestima se apoyará en lo que tienen, en cosas externas.
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