El valor del ejemplo para los niños y niñas

El valor del ejemplo

Son muchas las ocasiones en las que nos preocupamos por el comportamiento de los niños e intentamos cambiarlo. Por mucho que insistamos y a pesar de nuestros intentos por explicarles porque deben comportarse de cierta manera, nuestros esfuerzos suelen ser improductivos. Los niños no parecen aprender y no cambian sus comportamientos. No obstante antes de juzgar el comportamiento del niño, debemos observar nuestro comportamiento, ya que nuestro ejemplo, lo que nosotros hagamos va a afectar de forma determinante a la conducta del niño. Si nosotros gritamos el niño tenderá a gritar, si solemos ser rencorosos el niño tenderá a serlo, si mentimos a veces, el niño también va a tender a hacerlo. Es importante tener en cuenta el valor del ejemplo ya que es un fuerte determinante de la conducta del niño.

El valor del ejemplo

El valor del ejemplo

Nuestro ejemplo es un modelo que los niños observan e imitan constantemente de un modo casi inconsciente. Se trata de un proceso de aprendizaje social básico, innato y necesario para la supervivencia de la especie.

Los niños cuando nacen no han desarrollado comportamientos complejos, tienen respuestas reflejas que son innatas y que aseguran su supervivencia, pero no conductas elaboradas. El niño empieza un proceso de asimilación y aprendizaje de conductas que se enmarca en un proceso social. El niño observa las conductas de las personas más cercanas, y las asimila, las hace suyas y las reproduce.

Nuestro ejemplo es mucho más poderoso que lo que les digamos. El niño aprende a través de un proceso de aprendizaje vicario o modelado. Los adultos más cercanos al niño funcionan como un modelo, que el niño inconscientemente imita. Es un mecanismo de aprendizaje social, que garantiza la supervivencia. Determinadas actitudes, valores, formas de actuar se aprenden desde el nacimiento, para adaptarnos a las demandas sociales y culturales.

Cuando nuestro ejemplo no es adecuado

A veces no somos conscientes del modelo que estamos transmitiendo a nuestros niños y niñas. A menudo nos quejamos de sus actitudes y de sus conductas, pero apenas nos paramos a observar o reflexionar sobre nuestros actos y actitudes. El primer paso para cambiar la conducta del niño es observar la nuestra, sobre todo centrándonos en aquello que queremos cambiar del niño. Por ejemplo: si queremos que el niño deje de mentir, tendremos que prestar atención a cuando nosotros mentimos.

Tomar conciencia de nuestro ejemplo, es el primer paso para cambiar nosotros y ayudar a cambiar al niño.

 

Consejos para cuidar nuestro ejemplo

  • Trata de observar tus actos y actitudes y toma conciencia de aquellos gestos negativos que puede estar imitando el niño.
  • No se trata de sentirnos culpables o mal, recuerda que no somos perfectos. Se trata de comprenderlo, de aceptarlo y de cambiarlo.
  • Párate a reflexionar ¿cómo quieres que se comporte tu hijo? ¿Cómo te gustaría que fuese su modelo? Y cuando lo tengas claro, proponte un plan para el cambio. El cambio es un proceso gradual que se logra poco a poco. Empieza por pequeñas cosas y poco a poco se irá generalizando.
  • No solo cuides tu ejemplo delante del niño, trata de comportarte así en todo momento o situación, de este modo te será más sencillo, lo harás sin darte cuenta y tu ejemplo será más fuerte.

© 2017 El valor del ejemplo

Celia Rodríguez Ruiz

Psicóloga y Pedagoga

@educa_aprende

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