La labor del adulto en la educación del niño es una labor de guía, resulta imprescindible dejar que el niño o niña se desarrolle y poco a poco vaya tomando su propio camino, a veces guiar sin meternos demasiado puede resultar complicado y además a veces el niño puede sentirse presionado, siendo muy importante evitar la presión social que se transmite al pequeño. Encontrar el equilibrio puede resultar muy complicado.
¿Por qué debemos guiar al niño?
La educación tiene como finalidad el desarrollo de la persona, por lo tanto debemos guiar al niño o la niña y no imponerle nuestro modo de acción o criterio. Si nos limitamos a ordenar e imponer limitamos su desarrollo, impedimos que lo cumpla y le condenamos a ser una persona dependiente e insegura, incapaz de tomar decisiones.
Ante estas desventajas de la imposición, podemos pensar que la opción es dejar al niño o la niña desarrollarse y madurar a su libre albedrió. Pero si hacemos esto estamos cometiendo otro error. Los niños y niñas necesitan disciplina y límites, necesitan saber qué es lo que tienen que hacer, que es lo que se espera de ellos. Cuando les pedimos que se porten bien y dejamos ese consejo en el aire, el niño o la niña no sabe que es lo que se espera de él o ella.
¿Entonces que opción nos queda? Podemos pensar que si no debemos imponerles y tampoco podemos dejarles a su libre albedrio, no nos quedan opciones. Pero sí que tenemos opción, nuestra opción es la de encontrar el equilibrio entre ambas opciones, haciendo uso de nuestra figura como guías que orientan el camino que el niño o niña que ha de seguir. De este modo estamos ejerciendo una disciplina positiva, basada en la democracia y el consenso y ayudando a nuestros niños y niñas en su desarrollo.
Presión social ¿Qué ocurre si el niño o niña se siente presionado?
A menudo intentamos guiar a nuestros niños y niñas, y como no queremos que se equivoquen, sobrepasamos el ligero límite de nuestro rol de guías para meternos en un rol más autoritario, en un rol de presión. Los niños y niñas se sienten presionados cuando interpretan que les imponemos y no les dejamos decidir por sí mismos.
Cuando el niño o la niña sienten la presión social, ocurre que no atenderá nuestros consejos y muy probablemente se rebele y haga lo contrario.
4 Consejos para guiar al niño sin que se sienta presionado.
- Ayúdale a decidir. Trata de dialogar con ellos y aprende a negociar. Es importante llegar a un acuerdo consensuado por todos. Si el niño o niña percibe que no ha tenido nada que ver en ese acuerdo, difícilmente aceptará la guía.
- No les digas directamente lo que tienen que hacer, trata de reflexionar con ellos y ellas, de hacerles ver las ventajas y desventajas, etc. y deja que ellos comprendan que es lo mejor para ellos.
- Escucha su opinión, a veces los adultos pensamos que sabemos todo y tenemos la razón. Pero nuestros niños y niñas tienen que tomar sus propias decisiones. Al escucharles podremos descubrir que, seguramente, ellos también tienen parte de razón y les enseñamos a escucharnos.
- Si escuchamos y valoramos sus opciones en lugar de descartarlas sin miramientos, estamos haciéndoles ver que les respetamos y tenemos en cuenta y evitamos de este modo que se sientan presionados.
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