Estas famosas figuras rusas pueden ser perfectas para mejorar destrezas en edades tempranas.
Que el juego es una actividad fundamental para el aprendizaje de los más pequeños es algo totalmente evidente. Aunque hay quienes creen que aprender es algo que está totalmente reñido con la diversión, existen muchas voces que aseguran lo contrario. De hecho, portales como Cerebrito Pérez demuestran que mezclar el juego con el acto de aprender no solo es recomendable, sino que es esencial.
Las formas y colores de los juguetes ayudan a los más pequeños de la casa a descubrir más sobre el mundo que les rodea. La interacción con estos productos pensados para el juego les ayuda a pulir destrezas, mejorar su coordinación e incluso descubrir texturas, olores y hasta sabores. Hay un mundo de opciones en lo que a juguetes se refiere, pero algunos de ellos son realmente interesantes.
Tan solo tenemos que fijarnos en un ejemplo especialmente llamativo para darnos cuenta de ello. Las matrioskas para niños, esas figuras que se abren para albergar a otra más pequeña en su interior de forma sucesiva, pueden ser una pieza de lo más antiguo (datan de finales del siglo XIX), pero su eficacia para mejorar las diferentes destrezas de los infantes está más que probada.
Este pequeño símbolo de Rusia, convertido en uno de los souvenirs más queridos por los que visitan el frío país, ayuda a los niños a conocer diferentes aspectos de forma sencilla e intuitiva. No solo les sirve para entender nuevas formas geométricas, también facilita el entendimiento de las diferencias entre tamaños, pudiendo comparar directamente y relacionar para comprobar cómo algo grande no cabe en un sitio pequeño, pero sí a la inversa.
Por supuesto, interactuando con las piezas más pequeñas, comienzan a mejorar su destreza con las manos, al tener que tratar con algo de dimensiones reducidas con cuidado. Encajar las mitades, tratar de rehacer la estructura de todas las matrioskas encajando cada una en el lugar que le corresponde de la escala… Todo eso ayuda a entender mejor los tamaños, las formas y las relaciones entre ambos aspectos.
Más de una fuente insiste en que jugar es positivo, sobre todo cuando hablamos de edades tempranas. Por supuesto, hablamos del juego en su vertiente más tradicional e infantil, con juguetes y con la imaginación predominando en todo momento. Las nuevas tecnologías pueden empujar a lo contrario, pero no hay que olvidar que lo más sencillo suele ser lo más efectivo.