El contacto madre e hijo es la relación primordial o primaria que se forja y es la antesala del resto de las relaciones que ese bebé, devenido en un adulto, forme con todo su entorno.
El apego, esa conexión que surge de manera natural y amorosa entre una madre y su hijo, comienza a gestarse desde el preciso instante en que se encuentra en la panza y continúa una vez que el bebé ha nacido. Es a partir de este momento que madre e hijo comienzan un vínculo eterno de comunicación compartida que solo ellos pueden comprender.
La comunicación con el bebé
Todo bebé se comunica con su madre desde que nace mediante el llanto. Así, este llanto potente y ensordecedor es la primera forma que el bebé encuentra para que su madre lo cambie, lo alimente, se entere que le duele algo, tiene frío, calor, etc. Mediante el llanto el bebé se comunica con su madre o cuidadora.
Es en este primer momento de la vida que los niños se sentirán agobiados por tantos cambios: el paso de un medio de completo cobijo (la panza) a un medio que le resulta hostil con ruidos, frío, dolor, llanto, angustia e incertidumbre (luego del parto). Por todas estas razones, reforzar el lazo madre e hijo sigue siendo algo netamente indispensable.
¿Cómo favorecer el vínculo madre e hijo?
Todo vínculo afectivo necesita tiempo, atención, dedicación y por supuesto amor. Sin embargo, y como se mencionó más arriba, cualquier vínculo parte de este primer lazo materno. De este modo, debemos considerar estimular este lazo desde diferentes aspectos:
Aspecto social. Hace referencia a la necesidad como ser humano de vincularse un niño con su madre. De aquí partirá todo tipo de imitación de comportamientos sociales futuros.
Aspecto sensorial. Tiene relación con aquel tipo de estímulo que se pueda ejercer para afianzar esta relación. Dentro de este aspecto se pueden encontrar:
- El contacto visual. Es especialmente importante que una madre mire a su hijo cuando lo está alimentando, bañando, higienizando o jugando con él ya que el niño se mira en los ojos de la madre y esto le ayudará en su propia constitución psíquica.
- La escucha. La madre escucha a su pequeño hijo y le habla con el fin de que este se calme al oír su voz. También, el latido del corazón de la madre es, para el bebé una forma natural para que sus niveles de ansiedad disminuyan notablemente.
- El contacto de la piel. Este es, por excelencia, el primer contacto que una madre tiene con su hijo. La estimulación sensorial táctil permitirá que ese primer vínculo produzca alivio, calma y consuelo ante a angustia o estrés. Esto se potencia si se aplica aceite de caléndula para la realización de masajes relajantes, antiestresantes e hidratantes. Sucede que este aceite presenta propiedades cicatrizantes y está indicado para aquellas personas con eccemas, dermatitis o pequeñas irritaciones indistintamente su edad. Como el bebé nacido a término puede tener la piel algo escamosa, deshidratada o irritada, la crema o el aceite de caléndula disminuye notablemente estos síntomas permitiendo una rápida recuperación. Dentro de las marcas más reconocidas por las madres se destaca el aceite de caléndula de Weleda. Por otra parte, el contacto y masajes ayudará al bebé a sentirse protegido (por el contacto piel con piel con su madre) y aliviado (por la acción de este aceite sobre su piel).