Los distintos ámbitos de desarrollo de las personas conforme van creciendo se influyen unos a otros e interactúan continuamente. El desarrollo afectivo es uno de estos ámbitos y tiene entonces una vital importancia en el desarrollo integral tanto de niños como de adolescentes.
El desarrollo de la afectividad se trata de un proceso muy complejo en el que la persona va adquiriendo progresivamente la capacidad de experimentar y manifestar sus emociones y sus sentimientos a través de conductas externas. Es un camino por medio del cual se establecen afectos, se viven y se entienden. En este sentido el desarrollo afectivo requiere del contacto con los demás, es decir, requiere de un desarrollo social que progrese a su lado.
El desarrollo afectivo hace alusión a distintos estados afectivos por los que podemos atravesar en momentos de nuestras vidas, que pueden ser más o menos agradables. Y que en cierto modo pueden determinar el tipo de vínculos interpersonales y las formas de relacionarnos que establezcamos en nuestra vida adulta.
Tanto en la infancia como en la adolescencia la afectividad tiene una importancia fundamental, ya que se trata de dos etapas cruciales en la vida de las personas en las que se viven grandes cambios a nivel emocional, y en las que se debe poder aprender a reconocer y gestionar las emociones y los sentimientos.
La afectividad en niños
Desde niños tenemos la necesidad de sentirnos amados, cuidados, queridos, valorados, para que nuestro desarrollo afectivo pueda ser positivo, e influya también positivamente en la correcta evolución de otros ámbitos de desarrollo, como el psicosocial, cognoscitivo y motor.
El apego, en tanto vínculo afectivo formado a lo largo del primer año de vida del niño con sus padres y hermanos o cuidadores, es fundamental. El apego es el conjunto de sentimientos asociados a las personas con los que se convive, que influyen en el sujeto transmitiéndole sentimientos de seguridad, bienestar y placer, generados por la proximidad y contacto con ellos. El apego sirve de modelo para toda la vida con respecto a la manera de relacionarse con los demás niños y con los adultos.
La afectividad en la adolescencia
La afectividad y su desarrollo tiene una vital importancia en la etapa de la adolescencia. Ya que la adolescencia es una etapa de conformación de la personalidad e identidad, producto de la construcción de un proyecto de vida y elecciones tanto sociales como vocacionales, profesionales y sexuales. En la adolescencia se debilitan las figuras de apego de la etapa infantil, y se amplían las relaciones sociales estableciendose lazos más estrechos con el grupo de pares.
Los adolescentes atraviesan una etapa de profundos cambios en su camino de desarrollo afectivo, y respecto de lo cual necesitan mucha contención y comprensión afectiva. Este desarrollo afectivo está vinculado con la necesidad que ellos tienen de intimidad para interiorizar los cambios corporales que experimentan. Y por la necesidad de libertad e independencia respecto de su familia para avanzar en su autonomía, como condición de entrada en la vida adulta.
Cómo potenciar el desarrollo de la afectividad en niños y adolescentes
Considerando entonces la importancia que tiene un correcto desarrollo de la afectividad en la etapa de infantil y la adolescencia, para que este desarrollo afectivo sea satisfactorio debemos potenciar, tanto en los niños como en los adolescentes, lo siguiente:
- Mantener y reforzar los vínculos afectivos a lo largo de todo el crecimiento, educando en entornos familiares y escolares en el autoconocimiento y autoestima, detección y regulación de las propias emociones y los sentimientos.
- Crear y garantizar ambientes familiares y escolares en los que el clima sea amable, respetuoso, tranquilo y estimulante. Esto es fundamental para que el desarrollo afectivo alcance su plenitud e influya en el desarrollo integral de la persona.
- Desarrollar, fomentar y promover el dialogo y la comunicación. El desarrollo afectivo se produce por medio del reconocimiento y la manifestación de los sentimientos y las emociones. La comunicación entonces es fundamental para poder conocer las necesidades afectivas que tanto niños como adolescentes tienen.
Buen material bibliográfico. Felicitaciones por su publicación.