El primer, el más fuerte e importante vínculo que establecemos todas las personas es el que se forma con la madre. Este vínculo materno es uno de los más poderosos que tendremos, siendo el que más influye en nuestras vidas y sirviendo de base para establecer futuros vínculos afectivos.
La relación entre madres e hijos se basa en una conexión increíble e irremplazable a muy altos niveles. La madre es aquella persona a la que se acude ante un problema, es la que sabe en todo momento lo que les sucede a los hijos solo con mirarlos, la que siempre ofrece su amor y apoyo incondicional.
El vínculo materno
Este vínculo materno se forma en la primera etapa de la vida, comienza a desarrollarse incluso antes del nacimiento. La unión del bebé con la madre se establece durante los nueve meses de gestación. Desde esos momentos la función de la madre es fundamental, es la que aporta alimento, protección, cuidados y afectos.
La figura materna tiene una importancia crucial en los primeros momentos y ésta se mantiene en la vida adulta también. La figura de la madre representa cuidados, protección, afectos, consuelo, referente de conducta, etc. Es una figura clave en el desarrollo afectivo, social y emocional de los niños y niñas que va a determinar el patrón de apego y las futuras relaciones.
Esta figura y este vínculo materno son necesarios para todas las personas. Crear y mantener un vínculo sano y estable con la madre es beneficioso para el desarrollo emocional y afectivo. Constituye además las bases para futuras relaciones.
¿Cómo se forma el vínculo con la madre?
- Calidad y constancia de señales afectivas de la madre. Desde un primer momento es fundamental que la madre muestre señales de cariño. No deben faltar abrazos, gestos y palabras.
- Comportamiento de la madre. Es importante que aparte de proporcionar señales afectivas al niño, la madre le aporte un apego seguro. Esto quiere decir que el niño debe tener su espacio y autonomía, se debe dar cariño pero dejarle decidir y hacer por sí mismo. No es lo mismo dar señales de afecto que sobreproteger.
- Escucha activa. Es fundamental que los pequeños se sientan escuchados y atendidos. La madre debe darles la confianza para que se comuniquen y expresen en un clima de cariño y aceptación.
- Compromiso e implicación. No es suficiente con mostrar compromiso e implicación, estos han de ser percibidos por el pequeño.
Decálogo de la buena madre
- Escucha de forma activa a tus hijos. Escúchales y presta especial atención a lo que dicen, haciendo que perciban que están siendo escuchados y deja que se expresen.
- Pasa tiempo de calidad con tus hijos. Es más importante que el tiempo dedicado a los hijos sea de calidad que la cantidad de tiempo dedicada.
- Juega con ellos, entra en su mundo. Es importante saber compartir sus momentos de diversión, esta es una forma esencial de estrechar los vínculos afectivos.
- Establece normas claras y consensuadas. De este modo se logra el equilibrio entre el autoritarismo y el permisivismo.
- Atiende y respeta los ritmos y necesidades de tus hijos. Cada niño y niña sigue su propio ritmo, es muy importante conocer a cada niño y dejar que sigan su propio y personal ritmo.
- Motiva a tus hijos, ponles metas pero no les presiones. Las metas han de ser posibles de alcanzar.
- Emplea una disciplina positiva. Los niños y niñas necesitan disciplina, saber lo que pueden y no pueden hacer, los límites les dan la seguridad para crecer en un ambiente seguro. Pero una disciplina basada en la imposición es contraproducente.
- Cree en las capacidades y habilidades de tus hijos. Si tú crees que pueden, ellos creerán que pueden y lo harán.
- Comunícate con ellos, aprende a entender su lenguaje. Los niños y niñas no necesitan madres capaces de todo, lo que necesitan es padres que les entiendan.
- Razona con sus hijos, explícales y ayúdales a entender. Involúcrate con ellos.
Recuerda que no necesitan madres perfectas, solo la seguridad del afecto, disciplina y cariño.
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