Existen varias posturas bien diferenciadas que entran en puja en relación a los deberes en verano. Algunos expertos afirman que los niños deben descansar, divertirse y también aburrirse durante este período, dado que el aburrimiento también forma parte del proceso creativo. Por el contrario, otros afirman que este es un momento ideal para que los niños logren recuperar el tiempo perdido o afianzar aquellos conocimientos que no se hayan profundizado durante el año lectivo.
En este artículo, analizaremos desde la mirada de diferentes fuentes profesionales y expertos cuales son los pros y los contras de los deberes en verano.
Índice de contenido
Las neurociencias y las vacaciones
Según esta disciplina, para los niños las vacaciones son sumamente necesarias dado que afectan positivamente el sistema límbico. Este es considerado el cerebro emocional en todas las personas. El descanso mental en los niños (y adultos también) permite que se liberen sustancias químicas (neurotransmisores) como la dopamina y la oxitocina que favorecen notablemente a la reducción de los niveles de estrés.
En relación a esto, es importante recordar que con niveles elevados de estrés no es posible la correcta incorporación de aprendizajes nuevos, por lo que mantener niveles de estrés bajos permite una mejor experiencia con el contenido a aprender y una mejor predisposición de los niños a la asimilación de nuevos conceptos.
La psicología y las vacaciones
Por su parte, Aída Rubio, directora del Servicio de Psicología y Psicóloga Sanitaria en TherapyChat, afirma que para que exista un rendimiento adecuado desde los aprendizajes escolares, es preciso que existan períodos de rendimiento, estudio y capacitación, combinados con momentos de ocio o descanso.
Los derechos del niño y el descanso
Desde la convención de los derechos del niño, en el artículo 31 se expresa lo siguiente: “derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”.
Esto hace referencia a que no solo se trata de una postura, sino de un derecho y, como tal, debe ser respetado en la totalidad de los casos.
Los docentes y las vacaciones de verano de los niños
Por su parte, la perspectiva docente se asienta sobre la necesidad de cumplir con un currículum planificado año tras año. Si los niños no alcanzan los saberes presentados en un año, difícilmente podrán asumir los nuevos saberes que se presentarán los años siguientes. En consecuencia, es preciso que los pequeños logren cierta adquisición de los contenidos escolares en el tiempo estimado. De no lograrlo, pensar en recuperar el tiempo perdido durante el período vacacional, no resulta ser una idea inadecuada, especialmente si se trata de momentos de estudio acompañados con momentos de descanso y ocio.
Los padres y los deberes de los niños
En este sentido, se encuentran las opiniones bastante diversas, dado que hay quienes adhieren a la idea de que los niños podrían aprovechar el verano para recuperar aprendizajes que no se han incorporado hasta el momento. Sin embargo, otra porción de padres sostiene que las vacaciones deberían ser para descansar, disfrutar y pasar más tiempo en familia.
La realidad durante las vacaciones
Lo cierto es que durante el período de vacaciones se piensa que los pequeños deberían afianzar aquellos conocimientos que no pudieron apropiarse durante el año escolar, por lo que con frecuencia, tanto los derechos del niño como las opiniones de expertos quedan por debajo de lo urgente: que los pequeños adquieran más conocimientos o, al menos, que adquieran los saberes que se esperan para su edad.
Desde la psicopedagogía, sostenemos que es necesario que los niños adquieran los conocimientos lectivos, pero esto mismo se puede propiciar desde el espacio de juego y aprendizaje durante el verano. De este modo, se introduce una dimensión nueva a los contenidos escolares: el juego, pero en una dinámica que permita a los niños salir del enfoque tradicional de lo aprendido en el espacio escolar.
Mediante el juego es posible enseñar absolutamente todos los contenidos escolares. De este modo, los pequeños podrán aprender desde un lugar de distensión. Sí resulta ser necesario que el espacio de juego esté supervisado por profesionales pedagógicos que permitan realizar este andamiaje entre enseñanza de contenidos y juego.
Por otra parte, consideramos conveniente que no resulta apropiado para los pequeños que se trate del juego solo como medio de acceso a los conocimientos, por lo que el juego libre también debería ocupar un lugar de privilegio durante el verano en particular (pero también durante el resto del año) para lograr que los niños creen, inventen, descansen, se diviertan y se relacionen entre ellos.
Por último, queremos recordar que el hecho de que los niños, aunque no estén aprendiendo del modo tradicional (escolar), no implica que no están haciendo algo. Por lo que existen otros modos de aprendizaje (social) incluso por fuera del juego que también resultan ser indispensables para los niños:
- Aprendizaje de vínculos sociales entre pares y con adultos
- Conocimientos y diálogos con adultos referentes que invitan a pensar diferentes aspectos (por ejemplo: actividades en el hogar)
- Imitación/escucha de los niños hacia los adultos responsables de ellos
- Observación hacia aspectos que rodean al niño (naturaleza, comportamientos, etc).
De este modo, comenzaremos como adultos a entender que todo lo que rodea a un niño es aprendizaje, y no solamente aquello vinculado con lo escolar, siendo ambos aprendizajes (en escolar y el social) necesarios para la formación adulta del pequeño.
Las excepciones
A toda realidad, le sigue alguna excepción. En este caso, la excepción sería en los casos de niños que tienen materias con calificaciones bajas o bien que no han alcanzado lo esperable para su edad.
En estos casos, un programa no exhaustivo podría servir para que los saberes sean adquiridos por estos niños. No obstante, sugerimos siempre considerar este espacio o programa junto con actividades lúdicas que permitan a los niños distenderse, además de aprender.
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