Hoy os contamos un cuento de marcianos, bueno un cuento de extraterrestres Tim y Tom se embarcaron en una misión especial; todos los habitantes de su planeta Talintin los escogieron para que fueran a buscar guisantes.
Cuento de extraterrestres: Una cuestión importante, una de guisantes
Tras cuatro noches espaciales divisaron nuestro precioso planeta Tierra. Pero… cuando iban a aterrizar se les estropeo el sistema de frenado, pero cuando digo se les estropeó el sistema de frenado, me refiero al sistema por completo, el manual, el automático, el de emergencia… vamos que no podían frenar de ninguna de las maneras.
Y con su súper nave espacial que media más o menos veinte centímetros, fueron a la deriva hasta que cayeron sobre algo tan mullido que no sufrieron ningún daño.
Habían atravesado las nubes, sobrevolado algunas azoteas, hasta que se colaron por una ventana que estaba abierta incrustándose en la cama de Benjamín.
Benjamín sintió un golpetazo en los pies de su cama, y algo adormilado bostezó y abrió los ojos, entonces les vio en su platillo volante, lleno de luces de colores que iluminaban toda la habitación como si estuviese en una feria.
Se desarropó y se fue a gatas a observas aquel juguete que él no reconocía como suyo, y que alguien le había tirado por la ventana.
Tim y Tom estaban muy asustados viendo como se les acercaba aquel gigante, y para que no les hiciera ningún daño encendieron el sistema de comunicación terrestre. Este emitió una primera frase que Benjamín escucho con claridad… ¡Somos seres pacíficos!
No se podía creer lo que estaba viendo, aquel juguete tenía que tener algún sistema remoto, que se activaba cuando alguien se aproximaba, sin embargo esto no le detuvo y aquella nave terminó en sus manos.
Primero observó su interior y creyó que contenía dos monigotes, así que para verlos mejor zarandeo la nave como si estuviese haciendo un coctel.
Tim y Tom no se amorataron por golpearse con la cabina de mando porque llevaban puesto el cinturón de seguridad, y… ¡menos mal! porque si se lo hubieran quitado, hubieran terminado maltrechos, así que Tom encendió entre aquellos zarandeos el sistema de comunicación manual exterior y grito…
-¡Que nos vas a matar… que nos vas a matar…! Pare por favor… ¡pare….!
Benjamín dejó quieto el platillo, lo acercó a sus ojos para ver de dónde salía aquella voz, entonces Tom le dio las gracias.
-¡Gracias por parar! Este zarandeo injustificado nos ha dejado mareados y algo maltrechos
No podía creer lo que estaba viendo y escuchando, esos dos seres pequeñísimos y verdes hablaban con él, tan asombrado estaba Benjamín que titubeo para responderles…
-Es… es… ¿es que habláis?
-Pues claro que hablamos, lo hacemos a través del sistema de comunicación manual, exteriory terrestre, es el mejor traductor inventado en nuestro planeta Talintin
Volvió a abrir más los ojos, creyendo que de esta manera sus oídos se despejarían y escucharía mejor.
-Hemos venido en son de paz, solo hemos venido a pedir a nuestros vecinos terrícolas un puñado de guisantes.
-¡Guisantes…!
Respondió pareciéndole increíble que viniesen desde tan lejos a pedir guisantes, estaban hablando de esas bolitas verdes, que siempre apartaba a un lado del plato porque no le gustaban nada de nada.
-¡Sí guisantes! ¿Podrías tú darnos un puñado de guisantes?
-Se lo tendría que preguntar a mi madre
-¿Qué es una madre? Es algo así como el jefe, el capitán ¿acaso es el rey?
-¡Qué barbaridad… no….!
-Entonces es el emperador ¿Es el emperador?
-Pues… ¡Claro que no!
-Nuestro sistema de comunicación no encuentra la palabra madre, no conocemos su significado, pero si has de pedírselos a tu madre… ¡pídeselos!
-Está bien se los pediré, pero ahora no puede ser, está durmiendo, cosa que yo también tengo que hacer, yo os dejo aquí sobre la mesilla y mañana os doy la respuesta.
Benjamín tenía tanto sueño que se volvió a meter en la cama les pidió que apagaran las luces y se durmió.
Por la mañana Tim y Tom observaron como otra persona muchísimo más alta despertaba a su contacto con un montón de besos y cosquillas, sin lugar a dudas aquel ser era al que tenía que pedir los guisantes, porque Benjamín no paraba de decir… ¡vale mamá… vale!
Así que lo estudiaron durante todo el día siguiéndole con su ya restaurado platillo volante, vieron que se encargaba de todo, de recoger, de limpiar, que se marchó un montón de horas fuera de casa, según le dijo al perro para trabajar… ¡Me voy a trabajar cuida la casa!; pero aunque el perro les persiguió ladrándoles, ellos aprovecharon para salir de la nave y recaudar fotos y cosas para su laboratorio.
Benjamín regresó por la tarde, cuando entró en su dormitorio ellos se apresuraron a pedirle los guisantes.
-¡Hola contacto!
Le dijeron a través del comunicador exterior, Benjamín se había olvidado de ellos, pensó que todo había sido un sueño, se acercó otra vez sorprendido y habló con ellos.
-¡Pero si no sois un sueño!
-¡No…! somos Talines del planeta Talintin ¿Nos traes los guisantes?
-¡Oh… cielos! Ya estáis otra vez con los dichosos guisantes
-No sabíamos que los guisantes pueden ser felices
-Ni yo tampoco lo sabía ¿Pueden ser felices?
-Eso lo has dicho tú, has dicho… ¡dichosos guisantes! En nuestro traductor pone… “dichosos de dicha de felicidad”
-¡Es una forma de hablar!
Benjamín comenzó a reír porque aquello no era para menos, mientras los talines le miraban esperando trajera los guisantes que le habían pedido.
-¿Nos traes los guisantes?- Volvieron a repetirle
-Ahora vengo voy a la cocina a pedírselos a mi madre
Tras unos minutos volvió con una bolsita de guisantes congelados y se los enseñó
-¿Os valen estos?
-Esos están congelados, no nos sirven, los necesitamos… ¡frescos!
-¿Por qué?
-Porque necesitamos plantarlos, en Talintin nos alimentamos de guisantes y una plaga de saltatalintin arrasó con ellos, nos dejó uno tan siquiera para poder repoblar
-Pues… tendríamos que ir al mercado para comprarlos, en casa solo los tenemos de dos clases, enlatados y congelados, pero frescos no tenemos.
Charlaron y estuvieron de acuerdo en ir y acompañarle al mercado a comprar guisantes, durante el camino hablaron de su planeta Talintin, de sus habitantes los talintines, y de lo muchísimo que le estarían agradecidos por el tema de los guisantes, tanto…que ya estaba súper invitado a su planeta para ir a visitarlo.
A Benjamín le pareció muy interesante todo lo que le contaron aquella tarde antes de dejar la tierra y volver a su planeta, quedaron en venir a buscarle un día de esos con una nave más grande para que cupiese y conociera Talintin.
Por otra parte Benjamín no volvió a apartar los guisantes del plato, cada vez que su madre se los ponía para comer, él decía… ¡a la salud de los talintines! Y se los comía todos.
Un día fueron a buscarle como le prometieron, pero esa es otra historia que ya os contaré.
FIN
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