Desde el momento del nacimiento la personalidad se va formando en un continuo proceso de búsqueda y definición de la propia identidad. Este proceso se va completando durante los años de la infancia y adolescencia, a través de las experiencias y el aprendizaje de cada uno.
Al tratarse de un proceso que dura varios años, la personalidad va cambiando, va desarrollándose poco a poco, reforzándose, modulándose, y configurándose en lo que finalmente será.
¿Cómo se va formando la personalidad del niño?
La personalidad comienza a configurarse en contacto con un tú. Expliquemos esto: El niño empieza a conocerse viendo el reflejo de su imagen que las demás personas le dan. Es decir, las opiniones que tenemos sobre el niño/a, son las que llegan a él como la imagen del espejo. El niño/a no sabe definirse, utiliza lo que le reflejamos de cómo es.
¿Por qué es importante prestar atención al desarrollo de la personalidad del niño?
Si queremos que nuestros niños y niñas lleguen a ser adultos felices, debemos prestar atención durante los primeros años a la construcción de las bases de su personalidad. De este modo serán adultos con una personalidad madura y firme, lo que implica poder expresar sus opiniones, no dejarse influenciar, ser autónomos, consecuentes y responsables. Una personalidad madura es además la base de una autoestima adecuada.
¿Cómo podemos ayudarles a construir una personalidad madura?
- Deja que el niño o niña se desarrolle en un ambiente de apoyo y que se sienta querido. Es fundamental que seamos pacientes y tratemos de entender sus cambios y sus etapas. Es común que en determinados momentos de búsqueda de identidad muestren rebeldía y quieran salirse con la suya. No desesperes y sé paciente sólo están tratando de reafirmar su yo.
- Evita poner etiquetas y calificaciones. Evita las etiquetas típicas, no le califiques pues sí lo haces ellos creerán lo que dices y crecerán pensando que son así; y a la larga serán así.
- Sírvele de ejemplo. Muestra una personalidad fuerte. No hay que confundir esto con una persona intransigente e inaccesible. Sino una persona madura, con las ideas claras, que actúa consecuentemente, que es responsable y que toma sus decisiones.
- Ayúdale a conseguir un equilibrio entre la confianza y desconfianza. Se trata de que tengan una personalidad equilibrada. Que tengan la suficiente confianza en sí mismos, pero no sobrevalorada para que se protejan y se esfuercen. Si no tienen confianza no intentaran superarse, no tendrán una opinión firme y si tienen demasiada confianza, no aprenderán, no se esforzaran. Debemos dejarle que haga las cosas para que vaya cogiendo confianza y al mismo tiempo prevenirle de que tiene que tener cuidado y esforzarse.
- Consigue el equilibrio entre la autoridad y la permisividad. Como educadores esto a veces es muy complicado. Se basa en dejar al niño desarrollarse pero con unos límites y normas. La idea es te voy a dejar ser como eres, porque eres tú y me gustas así, pero tienes que cumplir con algunas normas.
- Critica la conducta no a la persona. Cuando hagan algo inadecuado, no debemos hacer sentir que son incorregibles que su personalidad es un desastre, que causan problemas. Debemos criticar el acto que han hecho no a la persona.
- Presta especial atención en el periodo de la adolescencia. La persona empieza a percibirse como un yo completo. Son muy críticos con todo en esta etapa, incluidos consigo mismo. Es una etapa crucial en el desarrollo de la personalidad. Debemos ser pacientes, darles mucho apoyo y hacerles ver que nos gusta como son.
- Utiliza siempre que puedas el sentido del humor. Esto ayuda a que los niños y niñas aprendan a elaborar pensamientos positivos sobre sí mismos y sobre el mundo.
- Y no lo olvides La personalidad no la forja la persona, es forjada por el cumulo de experiencias que vivimos. Por ello cuida que vivan y crezcan en un ambiente agradable, con sentido del humor ante los fallos, con aceptación